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Venezuela, una cuestión de actitud

La actitud no está determinada por recursos económicos ni por estándares de clase. Es una forma de ver y vivir el mundo, que puede conducirnos a la obtención de grandes objetivos o por el contrario predisponernos al fracaso. 

La actitud individual construye el entorno inmediato, incluso puede modificarlo. Dicho de otro modo, al hacerse habituales en todo momento y en todo lugar conductas como la buena educación, los buenos modales, la limpieza, el orden y la búsqueda del triunfo, muy posiblemente tenga tal impacto que las personas del área de convivencia más próxima imiten tales comportamientos. Visto desde una perspectiva de mayor escala, de la misma manera ocurre en la colectividad.

Si hacemos una mirada profunda a nuestra actitud colectiva, sin menoscabo de nuestras virtudes y cualidades, encontramos comportamientos poco favorables para el engrandecimiento de la Nación. El pesimismo, la auto conmiseración, el conformismo, las excusas para la inacción, la resignación al fracaso y en muchas ocasiones la predisposición a la derrota son algunos de los factores que nos mantienen atados a circunstancias adversas.

Al hacer una exploración del origen de estas actitudes enquistadas en la colectividad nacional, nos damos cuenta que no solo tienen la responsabilidad de estas decadencias las viejas “elites políticas” con los ejemplos que daban a la población, también la “cultura” enseñada por los medios de comunicación mediante novelas y concursos que durante el pasar de los años deconstruyeron la bravura de un pueblo por herencia histórica, para moldear un rebaño congraciado con la capitulación y la miseria.

Frases orgullosamente expresadas por animadores de televisión y actores de telenovelas como: “No importa ganar, lo que importa es competir”, “No siempre se gana”, “Perdiendo también se gana”, “Hay que saber perder”, “No te molestes si pierdes, hay que ser humilde” eran muy frecuentes otrora, al punto que trascendieron la televisión y se inocularon en la vida cotidiana de los venezolanos. Caso similar ocurría – y ocurre – en los deportes y hasta en elecciones.

Estas decadencias hicieron de Venezuela un pueblo con actitud perdedora. En este sentido, de nada servirán riquezas fáciles si se continúa con el mismo comportamiento. La actitud tiene que cambiar a la búsqueda del triunfo y la victoria para sacar a la Nación adelante y engrandecerla.

¡Si se puede lograr! ¡Si podemos lograrlo!

Venezuela quiere ORDEN