Tengo una cosmovisión en la que sería poco decir que el espíritu tiene preponderancia sobre la materia. En términos simples, soy una persona espiritual. Sin embargo, estoy consciente que en nuestra vida estamos supeditados a la materia, y a lo que deriva de ella, motivo por el cual reflexiono: ¿Cuál es la forma en que quiero vivir?, y ¿De qué manera los medios materiales me benefician o me limitan en la realización de mi fin último?
Así, luego de tantas reflexiones, he podido dilucidar que la mejor manera de poder dedicarme a mi propia esencia y de volcar la mirada a mí interior, es teniendo satisfechas las necesidades básicas que el mundo actual me demanda.
Teniendo en cuenta esto, para lograr tales fines uno de los asuntos más importantes a abordar es la política, ya que en ella radica el poder desarrollar el bienestar material y moral de una sociedad, y por tanto de sus individuos. Pues si hasta ahora he mencionado mis ambiciones personales, mi deseo va más allá. La cosmovisión antes mencionada, y un sentido de solidaridad y fraternidad, me empujan a desear el mismo fin para el resto de las personas.
Dicho de otra forma, deseo que cada quien tenga la oportunidad de encontrar su verdadero yo. Por tal motivo me detuve a pensar que ideales políticos son los más idóneos para lograr lo propuesto.
En una etapa muy inmadura, llena de rebeldía pero simultáneamente muy susceptible de influencias, las ideas marxistas susurraron mi oído siendo un adolescente, cautivadoras palabras en las que se presentaba una utópica igualdad de condiciones materiales para todas las personas una vez se alcanzara el culmen del proyecto comunista.
Pero ¿Ese tal utópico proyecto realmente podría lograrse? Si, de hecho ya se había logrado con el precio más elevado que nación alguna pudiera pagar, y no era aquel paraíso escrito en tantas obras de autores de izquierda. Afortunadamente entendí que esas ideas se habían materializado en La Unión Soviética, en el régimen de Mao Tse-Tung en la República popular de China, Corea del Norte y Cuba, llevando muerte y miseria. Lastimosamente los venezolanos certificamos el grado terror que encarna esta ideología.
Así logré entender que desde los fundamentos de esta idea estaba destinada a fracasar, pues nunca fue ni será compatible con la naturaleza humana. Entonces recordé aquel fin por el que me he dado a la tarea de buscar una idea política que se pliegue a este y me ayude a alcanzarlo.
Es natural que al percatarse de lo nefasto que resulte algo, se tienda a buscar lo radicalmente opuesto creyendo erróneamente que si al seguir un camino las experiencias son negativas, por “lógica” el camino contrario debe conducirme al resultado opuesto. Sin embargo me anticipé a esta falacia advirtiendo que debía dar un paso atrás, y antes de imbuirme en defender dicho camino contrario debía regresar a mi estado inicial haciendo aquello que mejor creo hacer, reflexionar.
De esta manera, sabiendo que el camino contrario a aquellas ideas marxistas con fines excesivamente colectivistas era el liberalismo. el cual es diametralmente opuesto por ser totalmente individualista, me di a la tarea de analizarlo. Al reflexionar sobre él supe valorar ciertas ideas fundamentales que proponen, como por ejemplo las libertades individuales, siempre y cuando estas no vayan en detrimento del bien común.
También aprendí a estimar una de las ideas secuestradas por los marxistas como lo es el valor del colectivo y su primacía frente al individuo en muchos casos. Por supuesto, valoré está idea con un enfoque distinto, estos son sencillos ejemplos de algunos pensamientos, a mi juicio válidos y aparentemente paralelos con estas doctrinas, pues mi intención no es profundizar en cada una de ellos; no es lo que busco con este escrito.
Tanto las ideas marxistas y sus ramificaciones, como las ideas liberales no eran afines a mí, ni benefician de ninguna manera mis necesidades más trascendentales, porque por más que sus ideas son antagónicas en temas como la libertad económica, la intervención del Estado, las libertades individuales, tienen características similares que convertía a ambas ideologías en caras opuestas de una misma moneda. Esta característica común es la que aleja a estas doctrinas de mis fines, pues ambas son ideas internacionalistas, y sobre todo ideas anteponen lo material como lo único válido e importante en la existencia.
Entonces ¿Cómo interfieren estás ideas con mis fines trascendentales?
Primero, aunque como dije antes tengo conciencia de que estamos inmersos en una vida material, he aceptado esto como un elemento de nuestra cotidianidad pero nunca como un fin último. Ya desde el inicio lo comenté, mi propósito es de carácter espiritual. Por tal motivo, ideologías cuyos fines son materialistas, evidentemente chocan con mis necesidades espirituales.
Segundo, a través de mi experiencia y del conocimiento que he adquirido gracias a esta, he llegado a comprender que una nación (macrocosmos), en cierta manera, funciona como una persona (microcosmos), y así como deseo volcar la mirada a mi interior, a mi yo, lo mismo considero que debe hacer una nación que aspire engrandecerse. Tiene que observarse a sí misma, ver qué posee, sus virtudes y defectos, ubicar su espíritu, su esencia y desenvolverse con base a este autoconocimiento.
De esta manera, tal vez de manera metafísica, llegamos al Nacionalismo. Una ideología que va más allá de la política, que trasciende el materialismo imperante en las doctrinas mencionadas. El origen de esta ideología no se circunscribe a las ideas de un solo pensador, o a un grupo de estos que teorizaron acerca de la realidad que los envolvía que intentaron dar soluciones a grandes problemas económicos, políticos y sociales que venían dándose en sus sociedades.
El nacionalismo que por supuesto también pasa por esta etapa, más que de una teorización, nace de un sentimiento que responde a una realidad. Este sentimiento es el de unidad nacional, un sentimiento colectivo, que hace que un grupo social con un pasado común, vea en cada uno de los integrantes de dicho grupo a una persona que comparte sus emociones hacia un mismo entorno, y una misma cultura, al punto de considerarle una macro familia.
Como puede observarse esta idea no nace precisamente pensando en la política, pero con el tiempo si traería sus consecuencias hasta la política surgiendo así el nacionalismo político. Ahora sin ánimos de profundizar sobre los detalles históricos y teóricos de esta ideología en sí, porque como dije esta no es mi intención, me propongo responder directamente la siguiente pregunta:
¿Cómo el Nacionalismo satisface mis necesidades más trascendentales?
El nacionalismo al encontrar su génesis como su fin último en un sentimiento, el cual busca engrandecer los valores de una nación, y por ende todo lo que esta representa, se aleja de caer en conflictos dogmáticos relacionados con causas materiales, como lo es la dialéctica de lucha de clases Marxista y también las búsqueda incesante de un total libre mercado por parte del liberalismo.
Por el contrario el nacionalismo al buscar la grandeza de su nación, puede amoldar sus políticas económicas, por ejemplo no dudará en sintetizar políticas económicas que en dogmatismos materialistas serian irreconciliables, con la intención de llegar a alcanzar su propósito, ya que la economía es solo un medio mas no un fin (véase la afinidad entre estas últimas palabras y mi primer argumento en contra del materialismo político expuesto arriba).
Ahora, en este nacionalismo veo totalmente factible la satisfacción de las necesidades materiales, permitiendo en un estado de prosperidad que más personas teniendo satisfechas sus necesidades más básicas pueda aspirar a la trascendencia desde el ámbito que desee. Pues viviendo y desenvolviéndose en una grandeza colectiva en múltiples sentidos, las ambiciones individuales muy seguramente no se inclinarán a la mediocridad; al contrario anhelara la grandeza de su espíritu.
En este sentido, el nacionalismo venezolano me dará la prosperidad material necesaria para mi desenvolvimiento integral; me brindará un entorno engrandecido y de esplendor que potenciará mi tránsito por la vía hacia mi fin último como hombre espiritual; y satisfará mi sublime anhelo de ver a Venezuela en la cúspide entre las demás naciones.
Quiero resaltar el hecho de que en todo momento este nacionalismo al que me he referido, es el nacionalismo venezolano, puesto que si bien estos conceptos generales que he planteado engloban al fenómeno nacionalista en su totalidad, yo como venezolano poseo el sentimiento al que me referí exclusivamente circunscrito dentro de los límites fronterizos de mi país, de lo contrario sería una visión internacionalista que sería contradictoria con los mismísimos fundamentos de nacionalismo, y con mis propios fines como ya lo he mencionado. Otra cuestión que es precisa destacar es que este nacionalismo venezolano es gesta del Movimiento Nacionalista ORDEN, creador y ejecutor de este ideal.
Como puede notarse, no solo mi cosmovisión es a fin al nacionalismo, muchas otras cosmovisiones pueden encontrar su realización en esta ideología tan magnánima, que busca la grandeza holística de la nación.
Concluyo diciéndoles que mi intención con este escrito no es para nada ideologizar al lector, más bien es una reflexión muy personal que si en algo quiere inducir al que lee estas líneas, es a que se cuestione a sí mismo, que reflexione y juzgue sus propias creencias, que tenga claro su fin, para que no vague en su vida. Si por otra parte aquel que lee encuentra afinidad con el nacionalismo venezolano, bienvenido sea.
¡Larga Vida al Nacionalismo Venezolano!
¡Venezuela quiere ORDEN!