“Todo príncipe debe desear ser tenido por clemente y no por cruel. Sin embargo debo advertir que el debe temer el mal uso de la clemencia” Maquiavelo. En nuestra sociedad, la clemencia está considerada como una característica inherente al Estado moderno. Incluso, la clemencia es catalogada como un elemento fundamental de un ser virtuoso. Sin embargo, la frontera entre la clemencia y el mal uso de ella es tan sutil que puede transformar un ser virtuoso en un alcahuete.
La clemencia ha sido deformada de tal manera por el marxismo cultural/progresismo, que ha transformado el Estado moderno en una máquina de indulgencia, que protege al delincuente y a otros individuos destructores del imperio de la ley y de las normas de convivencia, lo que perjudica al ciudadano que cumple con sus deberes y se gana la vida de manera honesta. Amparados en una excesiva dialéctica en pro de los derechos humanos, la clemencia convertida en alcahuatería, permitió que la criminalidad se multiplique.
Qué mayor ejemplo que la grave crisis de delincuencia que azota Venezuela. El gobierno marxista protege al hampa, e incluso, la premia. Los organismos de seguridad del Estado están de manos atadas debido a unas leyes que impiden realizar acciones apropiadas en contra de las bandas de criminales y asesinos que flagelan el país. ¿La consecuencia de esta excesiva clemencia? 25 mil muertes violentas por año que convierten a Venezuela en uno de los países con mayor índice de criminalidad del planeta.
En cambio, con la delincuencia, el nacionalismo venezolano no tendrá clemencia. El Nacionalismo no negocia con delincuentes y reducirá los índices delictivos que el gobierno marxista promueve a través de la impunidad. El sistema actual permite que el delincuente pase su “pena” en la cárcel viviendo a todo lujo, cultivando sus vicios, y organizando desde la cárcel su red de crimen. Sin embargo, el Nacionalismo cataloga a la delincuencia como el enemigo público número uno, derogando todas las leyes que protegen al hampón. Además, es un objetivo primordial, la formación de los cuerpos de seguridad con alta conciencia del Ideal del Bien Nacional, junto a las mejoras de las condiciones laborales, materiales y morales de sus funcionarios. Por último, los delincuentes tendrán que retribuir todo el mal causado a la nación a través del único elemento redentor del hombre: el trabajo.
El nacionalismo venezolano fortalecerá el sistema judicial e implementará una firme ley en contra del hampón, el corrupto, el terrorista, y todos aquellos que atenten contra la integridad del ciudadano. Al hampa sin clemencia, ya que ellos no tienen clemencia con el resto de los venezolanos. La clemencia y la compasión con el delincuente serán reducidas para ofrecer amparo y protección al ciudadanos
“Porque con poquísimos ejemplos de severidad serás mucho más clemente que los príncipes que con demasiada clemencia dejan engendrarse desórdenes, asesinatos y rapiñas en contra de la universalidad de los ciudadanos” Nicolás Maquiavelo.
Venezuela quiere ORDEN.