¿Tráfico de esperanzas?
El año 2017 estuvo marcado por álgidos acontecimientos que pudieron poner punto final al sometimiento de la tiranía socialista. A raíz de las medidas tomadas el 30 de marzo por el TSJ, de asumir las competencias de la AN la cual a título meramente retórico se encontraba en desacato; ésta, mayoritariamente “opositora” decide convocar movilizaciones multitudinarias para expresar el rechazo a la usurpación institucional que “anulaba la acción efectiva del parlamento”.
Así transcurrieron los meses, de concentraciones masivas a otras. Cada convocatoria traía consigo escenas deprimentes y terribles. Por una parte, una sed insaciable de generar shows mediáticos que revitalizaran la ya deteriorada imagen de los actores políticos convencionales; se plantaban a la cabeza de las marchas, “enfrentaban” a la guardia nacional mientras eran filmados o fotografiados, y una vez capturadas las imágenes por las cámaras se retiraban dejando solos a los ciudadanos en el lugar del conflicto, para que así algunos cantantes, artistas, modelos y comunicadores sociales hicieran el resto del trabajo: matrices de opinión que posicionaran a esos señores como “héroes”.
Por otra parte, a plena luz del día y en presencia de toda la nación, 150 jóvenes estudiantes fueron ejecutados por la tiranía socialista, mientras las “exigencias de lucha” de quienes acaparaban las cámaras, solo se circunscribían a cronogramas electorales.
A pesar de los riesgos y la carencia de líderes políticos a la altura de las circunstancias históricas, los venezolanos una vez más cumplieron, salieron a la calle; no a protestar por una reivindicación electoral, salieron a desobedecer al régimen socialista hasta deponerlo. San Antonio De Los Altos, Táchira, Zulia y muchas otras ciudades fueron vivo ejemplo de ello.
Lo anteriormente descrito sirve de preámbulo para comprender el tráfico de esperanzas que significó el plebiscito del 16 de Julio. Viéndose en severos apuros los altos representantes del régimen, por la inquebrantable rebeldía de los venezolanos y visto que ya un nuevo “diálogo” no surtiría los mismos resultados como los obtenidos durante los acontecimientos del año 2014, permiten que la “oposición” organice un plebiscito sin el apoyo logístico del CNE.
Dicho referéndum consistía en consultar a los venezolanos sobre tres puntos – estaba sobreentendido sin necesidad de consultas lo imperativo de resoluciones determinantes por parte del Poder Legislativo para impedir una constituyente comunista– los cuales eran:
“¿Rechaza o desconoce la realización de una Asamblea Constituyente propuesta por el presidente Nicolás Maduro sin la aprobación del pueblo venezolano?”.
“¿Demanda a la Fuerza Armada y todos los funcionarios públicos obedecer y defender la Constitución de 1999 y respaldar a la Asamblea Nacional?”.
“¿Aprueba que se proceda a la renovación de los poderes públicos de acuerdo a lo establecido en la Constitución y a la realización de elecciones libres y transparentes, así como la conformación de un Gobierno de unidad nacional para restituir el orden constitucional?”.
Los planteamientos de salidas “institucionales” solo han servido para revestir de legitimidad democrática a un régimen que sin el menor descaro apela a prácticas de exterminio; no obstante el fragor de la consistente desobediencia cívica prolongada durante esos meses pudo haber concluido en buen término en ese plebiscito.
¿Qué sucedió? Sirvió como una válvula de escape para desgastar el ánimo de lucha, y una vez más los representantes de la Mesa de la Unidad Democrática y todos los dirigentes de los partidos políticos defraudaron la esperanza y la expectativa de los venezolanos, se limitaron a ofrecer una rueda de prensa un día después con todas las fanfarrias de un espectáculo bien diseñado que tenía como objetivo ofrecerle entretenimiento a la tiranía y traicionar el clamor de los venezolanos. Pasaron los días y mientras más se desmovilizaba la acción ciudadana, más se atornillaba en el poder el tirano, sin que se vieran los efectos deseados de salida del régimen como lo establecía la tercera pregunta del referéndum.
Nuevamente se demostró que toda vía “institucional” o democrática es estéril ante la naturaleza de este régimen.
Esos mismos que durante todos los meses de la desobediencia civil hacían viral su “heroísmo”, fueron incapaces de llevar hasta las últimas consecuencias el deseo de toda una nación de liberarse de la opresión. Irónicamente esos personajes creen que vendiendo su imagen como perseguidos, “inmaculados”, “dignos” y “valientes”, bastará para ocultar sus desvaríos, inconsistencias y flaquezas en ese momento tan decisivo.
Es más que evidente que el régimen chavista es enemigo de la nación venezolana no solo por la entrega de nuestros intereses nacionales a otros países, sino también por el sistemático y sutil exterminio de los venezolanos. Sin embargo no podemos dejar pasar por alto que el verdadero obstáculo para liberar a Venezuela de este yugo son los opinadores, influencers y toda la dirigencia partidista que se lucra de la agonía de los venezolanos.
La existencia tiene sentido en la medida que concentramos nuestra voluntad en la obtención de objetivos trascendentes, por esta razón cada vez es más imperativo desplazar a esos que se autodenominan “opositores”, y siempre recordar que valiéndose de subterfugios como la lástima persecutoria y espectáculos de redes sociales mantienen erguido el látigo del tirano.
Venezuela Quiere ORDEN