Esta reflexión se inicia con dos interrogantes, que considero, explican parte de la actuación del venezolano en estos momentos: ¿Por qué existe miedo a exaltar “lo nuestro”? y ¿Por qué son censurables aquellos que se sienten orgullosos de “lo suyo”?
Partiendo de las anteriores preguntas se debe decir que es común, en esta época, escuchar individuos criticando a otros por sentirse orgullosos de la tierra donde nacieron, de sus lugares, de su gente, de su cultura, etc.; dichas críticas, además, normalmente van acompañadas de epítetos como xenófobo, intolerante, chauvinista, entre otros; que según su criterio caracterizan estas actitudes. También, resulta cotidiano ver sujetos asimilando esta conducta a regímenes políticos de países europeos —y ya de carácter histórico por haber concluido— haciendo uso de los respectivos descalificativos, que aquí no existe la intención de reproducir.
No obstante, esos mismos, son los que luego se pueden observar glorificando otras costumbres, otras personas, otros países, etc., que de acuerdo a ellos si son de “primer mundo” y si se merecen tales halagos. Esto es un ejemplo, entre tantas de estas actitudes, sobre las cuales no se profundizará, pues la intención de este ensayo no es generar el efecto contrario —de una retaliación contra estos— sino más bien, llamar a la reflexión sobre su actuación, partiendo de las interrogantes antes esbozadas.
Así bien, para responder a las interrogantes antes planteadas, o mejor dicho, para mostrar su razón de ser, se necesita primero, hacer un breve recuento histórico de la actuación del “gobierno” y la “oposición”, del lugar en el que se quiere realizar la exhortación: Venezuela.
Para todos los que vivimos en Venezuela o siguen de cerca su actualidad es una realidad palpable que el gobierno actual se ha apropiado del Estado; ha polarizado a la nación con apoyo de la oposición, estableciendo un discurso nosotros/ellos; y ha tratado de reproducir un discurso patriota -cuando se siente vulnerable- para recibir apoyo, cosa que no ha obtenido.
Además, durante estos 17 años que lleva en el poder, se ha encargado de destruir —también en conjunto con la oposición— la moral, el autoestima y el espíritu libre de los venezolanos, siendo hoy, pocos los que aún resisten, ante este lavado constante de cerebro, llevado a cabo desde los medios de comunicación, las instituciones y el accionar general; que ha ido acompañado de condiciones precarias, por su propia ineptitud, que no permiten vivir, sino sobrevivir en nuestro país y que por tanto impiden que los venezolanos puedan sentirse orgullosos del lugar al que pertenecen.
Teniendo lo anterior en cuenta, resultan claras las razones por las cuales el venezolano común, se siente cansado, desesperanzado y además, con una molestia generalizada contra su país, debido a que asimila —tal como el gobierno le ha enseñado— a este con el Estado y con su nación, lo cual lo lleva a rechazar todo lo que lo identifique con él, a querer desligarse hasta el punto de simplemente irse del país y criticar desde afuera duramente la realidad que mediante prensa obtiene del mismo.
Además, la “oposición”, no actúa de forma muy distinta al gobierno, pues también tiene referentes en el exterior; apela a un discurso patriotero a conveniencia, y –lo más grave de todo- trafica al igual que el gobierno con las esperanzas de los venezolanos, ofreciéndoles soluciones mágicas si les brindan su apoyo, para luego defraudarlos y desmoralizarlos, haciéndoles sentir que lo que viven jamás terminará y que por tanto lo mejor es huir.
Es por ello, que el Movimiento Nacionalista Orden hace un llamado a no tener miedo de querer lo nuestro, a convertirnos en sujetos orgullosos de lo que somos y de dónde venimos, porque solo un país convencido de que puede ser grande, encaminado con una idea común y con objetivos claramente trazados, puede resurgir desde los escombros donde lo han dejado. Es importante no tener miedo a querernos a nosotros mismos ni de creer en nuestro potencial y sobre todo, no pensar en qué me debe Venezuela sino que puedo ofrecerle yo a ella, como recientemente he visto en iniciativas de publicidad.
Insistimos también en no censurar ese sentimiento natural que surge en toda persona de sentirse parte de algo y de tener apego hacia el lugar donde nació, puesto que sería sentenciar a toda una nación, invitándole a conformarse con seguir imitando a otros; no construir algo propio; y a tener un país en ruinas, en el cual las próximas generaciones no tendrán nada que buscar. Es nuestro deber evitar esto y por eso colocamos todos nuestros esfuerzos en llevar a Venezuela hacia su mejor destino, para que todos los que nacimos en este hermoso país nos sintamos orgullosos y parte importante de él.
Carolina León
¡Venezuela quiere ORDEN!