Muchas veces la palabra corrupción es utilizada por la sociedad exclusivamente para señalar los delitos de un Gobierno, o el robo del erario público, pero la verdad es que la desviación de fondos de una nación es tan solo un tipo de corrupción, ya que en líneas generales corrupción significa perversión o vicio, y si hablamos de vicio en palabras de Aristóteles éste genera dolor, es incorrecto, no es conveniente y por naturaleza un exceso que nos aleja de la virtud y nos impide practicar en bien. ¿Y por qué es importante practicar el bien? ¿Acaso no es el bien la máxima de la política? ¿Acaso no es un deber de todos los ciudadanos la búsqueda y ejercicio del bien para el logro de la armonía y el bienestar de toda la nación?, he aquí es verdadero sentido de la política.
Las acciones guiadas hacia al bien común no son exclusivas de los gobernantes, aunque éstos deben ser los primeros en dirigirlas, cada ciudadano que conforma la República debe contribuir desde su rol en dicha práctica para lograr el desarrollo y la grandeza de la nación. El hecho de ser venezolanos se expresa en ser dueños de nuestro territorio y de nuestra historia, pero también significa que cada uno de nosotros somos el país, y en la medida en que nosotros seamos unos ciudadanos ejemplares llenos de principios, dedicados a la virtud como ejercicio de la excelencia, seremos merecedores de grandes logros personales y dignos de una nación próspera, debido a que ella no vendrá a nosotros, sino a través de las grandes virtudes republicanas; fortaleza, justicia, templanza y prudencia, lograremos construirla.
No se logra la gloria nacional con corrupción, no se avanza hacia la prosperidad cuando la nación entera está dominada por personas corruptas, tanto los gobernantes como los gobernados. La corrupción es atraso y genera miseria, es un componente capaz de destruir y lograr la descomposición de todas las esferas de la vida pública, y así es imposible que un país se desarrolle. Cada integrante de la nación tiene la responsabilidad cada día de ser un ciudadano ejemplar, de dar y recibir respeto, de cuidar las áreas comunes, y no atentar contra ninguno de sus connacionales de forma directa o indirecta para beneficio personal.
Para convertirnos en agentes de cambio para Venezuela, debemos anclar nuestra identidad personal y colectiva a principios, debido a que éstos guían y conducen las acciones y contribuyen con la práctica del bien común. Sin principios estamos lejos de practicar la excelencia y por lo tanto condenados al mundo de los vicios, y en este escenario no podemos aspirar a vivir y tener un país maravilloso siendo unos ciudadanos mediocres.
Si deseamos un gran país debemos estar a la altura de esa nación que todos soñamos, debemos convertirnos en merecedores de ella, cada uno de nosotros desde nuestro rol familiar y profesional, todos los venezolanos debemos asumir el reto de la excelencia, pues de esta manera seremos parte del renacer nacional.
Helena del Caribe