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El Poder del Conocimiento para la Nación.

 

Hace 168 años; comenzaba a surgir una atmósfera que absorbía el pensamiento de muchos académicos, que sostenían que la sociedad postcapitalista debía ser a imagen y semejanza de todas las “profecías” de Karl Marx. Hoy estamos plenamente convencidos que esa “utopía” marxista- que en el fondo no es más que una realidad ficticia inviable – ha fracasado.

A mediados del siglo XIX, la sociedad capitalista poseía dos clases sociales principales: los capitalistas, dueños de los medios de producción, y los “proletarios” explotados y alienados de los que hablaba Karl Marx (1818-1883). Existía la creencia generalizada en su tiempo, que la única manera para que un trabajador produjera más, era trabajando más horas y cada vez más duro, y según muchos seguidores de Marx y Engels; eso produciría la “alienación” y el empobrecimiento de los obreros.

Sin embargo ocurrió todo lo contrario, al incrementarse la productividad debido al CONOCIMIENTO aplicado al trabajo, impulsada en 1881 – dos años antes de la muerte de Karl Marx – por el ingeniero industrial y economista Frederick Winslow Taylor (1856-1915), se cimentó las bases de la organización científica del trabajo y de los procesos productivos industriales, que aumentaron significativamente la productividad y el poder adquisitivo de los “proletarios” de Marx. Estos se convirtieron en la clase media acomodada en décadas posteriores; a partir de entonces el trabajo físico no fue una noción separadora de clases sociales.

Esta es la razón esencial por la cual el marxismo fracasó estrepitosamente en los países altamente industrializados, donde Marx preveía “la revolución” para 1900. Inclusive a pesar de las penurias de la Primera Guerra Mundial, el hambre, la miseria, el desempleo y la Gran Depresión de 1929, jamás se produjo de manera significativa una revolución comunista en los países industrializados de Europa.

Por otro lado, el capitalismo alcanzó su apogeo antes de la Primera Guerra Mundial. Después de la misma, nadie ha superado en poder económico a Lever, Vickers, Cunard, Mond, Armstrong en Inglaterra, a Rockefeller, Carnegie, Ford, Morgan en EEUU, a Schneider y Wendel en Francia, a Thyssen, Krupp, Rothschild, Benz en Alemania y a los grandes camarillas financieras – Zaibatsu- japonesas, como Itochu, Sumimoto, Mitsubishi, Mitsui, que monopolizaron un poder económico de tal envergadura que rivalizó con el Estado, al punto de que estos pequeños grupos se erigieron como declarados enemigos del Estado buscando minimizar su poder, para así estar por encima de este.

 

Con el paso del tiempo; esos grupos han sido desplazados paulatinamente por gerentes profesionales, altamente calificados, poseedores de méritos y conocimientos, como requisito indispensable para el desarrollo. Hoy en pleno siglo XXI, la Nación Venezolana debe estar plenamente consciente de mirar al pasado, con la única intención de emplearlo como punto de apoyo, para impulsar el futuro y evitar los errores del pasado. Para romper con los anticuados paradigmas y crear una nueva narrativa; resulta imprescindible darnos cuenta, que el principal recurso económico ya no es el capital, ni los recursos naturales no renovables (el petróleo, los minerales), incluso ni la tierra ni el trabajo físico por sí solos; como propugnaban las teorías económicas del siglo XIX y XX, que van desde la clásica, marxista, keynesiana o la neoclásica.

 

La generación de la riqueza del futuro se está evidenciando en la productividad surgida a partir de la innovación que proporciona el conocimiento y el flujo de información sistemática y eficientemente  procesada. Esa riqueza está en la sociedad de individuos altamente capacitados con conocimientos adquiridos en nuestras universidades, poseedores de una inventiva sin igual, como escribió mi muy estimado connacional Nelson Ramírez en su artículo titulado: El venezolano, expresión de nuestro nacionalismo “El talento, la inteligencia y la creatividad del venezolano, capaz de sobreponerse a las circunstancias cuando así lo desea, son factores de hierro fundido con oro que definen la virtud de nuestros compatriotas. Ellos son creadores de su destino y del destino de la Patria, y esto es especialmente así porque somos lo mejor de (al menos) tres culturas; somos la expresión más perfeccionada del proceso de mestizaje… SOMOS VENEZOLANOS”.

 

Seremos nosotros los ciudadanos venezolanos, miembros de esta gran Nación, los que articularemos todos los sectores de la sociedad venezolana hacia una Nación con una calidad moral, política y económicamente más próspera, digna y fuerte.

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Venezuela quiere ORDEN.