Por @NelsonRZ33 de @OrdenVenezuela
Hablar de Nacionalismo despierta muchos sentimientos encontrados. Ésto es especialmente así en vista de los hechos de la primera mitad del siglo XX, cuando la distinción entre el nacionalismo étnico o racial y el nacionalismo de carácter político quedó completamente borrada, tomándose a ambas concepciones como fenómenos idénticos. Se fueron creando, desde entonces, un tabú y un estigma conceptuales que se arrastraron hasta nuestros días, marcando negativamente a quien o a quienes adopten dicha concepción.
El reto se erige en abordar el término y su significado desde una perspectiva totalmente diferente, una que permita refrescar, aceptar y asimilar su concepto ante los tiempos que estamos viviendo. Dicho abordaje se hace necesario sobre todo en nuestro país. Hay tantas concepciones de Nacionalismo como Naciones existen, y, en este sentido, cada nacionalismo obedece a características y circunstancias muy particulares de cada país, hecho que lo hace resaltar y diferenciarse del resto.
En Venezuela lo anteriormente expuesto no es muy disímil. Pero, antes de entrar en esta consideración, es preciso aclarar que el nacionalismo venezolano jamás podrá ser catalogado defascista o nacionalsocialista (“nazi”), sin incurrir en un injusto barbarismo. Nuestro nacionalismo jamás debiese cargar con las consecuencias de los hechos de la primera mitad del siglo XX. Para darle soporte a ésto último nos remitimos, entre tantos otros elementos, a las siguientes afirmaciones: 1) el Fascismo sólo se gestó en Italia y, entre muchas otras cosas, pretendió revivir lo que alguna vez fue la gloria de Roma, hecho que obedece específicamente a unas condiciones históricas totalmente ajenas y diferentes a las nuestras; 2°) porque no solamente el Nacionalsocialismo tuvo lugar en Alemania -de forma exclusiva-, sino que fundamentó su historia en el mito de la «raza aria» o «raza superior».
El nacionalismo venezolano obedece a una historia que trasciende el encuentro de dos mundos. Se apoya en un proceso histórico que creó un arquetipo social y que explica lo que hoy en día es elgentilicio venezolano. El mismo es bastante más que la suma de las culturas y la mezcla de las etnias que ese encuentro significó: más que las ansias de Libertad de los caribes, más que la voluntad de Civilización de los españoles y más que lo imprescindible de la Fuerza de los negros.
Este manantial de nuestro acervo histórico formó una Patria sin complejos, pues la Nación, en su interioridad, comprendió que Venezuela no es solamente los indios antes de la Conquista, tampoco únicamente los blancos que se asentaron en nombre de la Corona española, ni exclusivamente los negros que dieron su fuerza esclava. Venezuela es el resultado de blancos, indios, negros y más; Patria que depende de sus hijos, y depende de sus generosidades y heroísmos; tierra de la Nación que lleva en su historia la Libertad, la Fuerza y la Civilización, y que se forjó en las glorias de la Guerra de Independencia.
El nacionalismo venezolano, articulación política de ese manantial de nuestro origen y de nuestro gentilicio, será de difícil comprensión si no se revisan antes los elementos fundamentales que explican no sólo nuestro pasado, sino también nuestro comportamiento societal. Dichos elementos son, en forma genérica: el acervo histórico amplio y total -haciendo a un lado todo tipo de reduccionismos de índole clasista-, lo diverso y característico de nuestra cultura -que imprime su marca, ya desde la historia colonial, en el arte y la literatura-, nuestra privilegiada posición geográfica y la abundancia de nuestros recursos naturales. Todos ellos son factores que identifican al nacionalismo de nuestro país, como un fenómeno auténtico y diferenciado de cualquier historia, cultura o costumbre extrañas a las nuestras.
Nuestro nacionalismo es sano y, como se puede entrever, es inherente a nuestra historia. Nuestra corriente es rica en costumbres, cultura y tradiciones que hacen que nos definamos y RECONOZCAMOS como VENEZOLANOS. Por obra de ese vasto pasado compartido, tan genuino y diverso como la propia mezcla de herencias y etnias, es que se manifiesta nuestra nacionalidad. Ésto supone, como fin absoluto de nuestro nacionalismo, derribar todos los rencores, rabias y resentimientos infundidos por el discurso de la lucha de clases y el reduccionismo histórico que la misma alberga. Esa tesis pretende borrar, de nuestra consciencia colectiva, la irreductible comunión de los venezolanos en torno a una Idea compacta de Nación.
Si algo define al nacionalismo venezolano es el reencuentro; el reencuentro con la riqueza de nuestra historia, el reencuentro con nuestra cultura (idiosincrasia, educación, arte, literatura, ingenio, etc.) y el reencuentro con un Ideal Nacional. Ese Ideal tiene que volver a cohesionarnos en torno a un único objetivo: el desarrollo y la prosperidad de Venezuela, siendo ella misma fin de nuestros desvelos y medio de nuestra realización individual y colectiva.
Venezuela quiere ORDEN