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La doble moral en la crítica

Muchísimos son los venezolanos que emiten juicios de valor sobre quienes los gobiernan. No es un fenómeno actual solamente, es algo que siempre ha ocurrido. Esto está bien por una parte porque demuestra el interés natural de las personas hacia la política, como Aristóteles dijo una vez “El hombre es un animal político”, haciendo alusión a la naturaleza social y organizativa del hombre.

Por otra parte están los que solo intentan ignorar la política como si de algo ajeno se tratase, como si sus vidas fueran totalmente independientes de quienes les rodean. Entre los que muestran un interés y emiten cualquier juicio de valor hacía sus gobiernos se encuentra un grupo bastante amplio, que es al que quiero dirigir este artículo principalmente. Son aquellos con un sentido desviado de la moral.

Antes de avanzar más en este asunto, es bueno tener presentes los conceptos y diferencias entre ética y moral, así como la manera en que ambos se relacionan. La ética nos dice Angel Martín Sánchez en su obra “Introducción a la ética y a la crítica de la moral”  (1995):

 “es la ciencia de la conducta, ya sea derivada de la naturaleza del hombre en razón del fin a que debe conformarse y de los medios ordenados a conseguirlo, ya sea en razón del impulso motor de la conducta humana y de los actos que la determinan.”(p21)

O sea, la ética es el estudio del actuar moral del hombre, y lo relacionado con su origen, su desarrollo y su fin. También podemos entenderla como ese juicio sobre lo bueno y malo de cada una de nuestras acciones conscientes.

Por su parte la Moral según el mismo autor en la misma obra es “un sistema de normas, preceptos y deberes que regulan los actos humanos individuales y sociales en función de la bondad o malicia de los mismos.”(p.21)

Con base en esto es válido concluir que la ética es una ciencia, cuyo objeto de estudio es la moral, o sea aquel sistema normativo de deberes. También que la ética no predetermina a la moral, sino que se hace a partir de la práctica de esta.

Una vez teniendo claro estos conceptos entremos de lleno con el núcleo de este artículo:

Muchas personas creen que aquellos que los gobiernan, por poseer más poder, deben estar más comprometidos con llevar una vida moralmente correcta. Sintiéndose dichas personas eximidas de este compromiso moral.

Esta es una idea totalmente errada, pues aquellos con más poder político lo que tienen es más responsabilidades, por la cantidad de persona que dependen de sus labores, pero no más sentido ético per se. Ni tienen porque tenerlo solo por su cargo. Puesto que ser éticos es totalmente independiente de nuestra situación social, económica, racial, laboral… además los valores morales fundamentales debe ser el fin para el actuar de cualquier hombre dentro de una sociedad.

Lo antes mencionado no quiere decir que no debamos aspirar a que nos gobiernen personas con un gran sentido ético, al contrario, lo que deseo expresar es que debemos procurar ser éticos todos y cada uno de nosotros sin importar a qué nos dediquemos.

Tender al bien moral debe ser un acto universal, ya que trasciende las distintas culturas. Por dar un ejemplo, aun cuando un valor como la justicia tenga variantes socio-culturales entre medio oriente y occidente, las personas deben buscar ser justas en ambos sitios.   

¿Qué significa ser éticos?

Significa estudiar y juzgar nuestra propia conducta para actuar en pro de un bien moral. Y cuando hablo de esto me refiero a todos los valores morales importantes para la sana y correcta convivencia de una sociedad. Entiéndase por estos valores a la honestidad, la justicia, el respeto, la equidad, la lealtad, la honradez, entre muchos otros.

Quiero hacer énfasis en ese autojuicio, pues muchos son los que intentan criticar a un grupo de gobernantes sin antes haberse tan siquiera analizado, sin percatarse en lo más mínimo de sus propias acciones. Tal actuar no puede ser llamado de otra forma más que “doble moral”. Aunque se trata de un concepto ampliamente conocido es menester refrescar lo que significa. Un doble moral es sencillamente aquella persona que pregona como debe ser una acción o actitud pero que practica una totalmente distinta.

Así nos encontramos innumerables personas que en su día a día realizan críticas fuertes y constantes sobre los incorrectos procederes de los demás, cosa que en sí no está mal. Pero lo que sí está mal es que critiquen y juzguen acciones que en su día a día ellos también realizan, o peor aún, que juzguen malas acciones de otros, cometiendo actos mucho peores. Esta es una actitud indigna, deshonrosa, e hipócrita.

Aquellos que actúan así tal vez pensaran: “cómo es posible que tal gobernante robe el dinero del estado, es una desgracia”, pero quizá esta misma persona ese mismo día fue a comprar algo tan simple como un pan, y percatándose que el comerciante le dio un vuelto de más sin darse cuenta, prefirió callarse, pues “salí con más dinero y con el pan” dirá. Entonces con qué autoridad moral intenta criticar a aquel gobernante que tomó lo que no le pertenecía de las arcas pública, si acaba de cometer un acto similar que solo varía en grado pero no en esencia.

Algunos pensarán: “¿Cómo puede comparar el robar de las arcas del estado, con no devolver un vuelto de más?” como dije todo radica en la esencia del acto en sí. Debemos entender que cada una de nuestras acciones repercute directa o indirectamente sobre aquellos que nos rodean. Y en el más ermitaño de los casos siempre existirá alguien sobre el que tendrán efecto nuestras acciones, ese alguien es uno mismo.

Hay acciones que si bien parecen no tener efecto en otros, sí nos van perjudicando poco a poco, haciendo que ante nuestros propios ojos, acciones incorrectas empiecen a ser toleradas y posteriormente realizadas. Todo esto al punto en que vamos carcomiendo nuestra propia conciencia y afectando nuestra moralidad y dignidad.

Suponiendo que una persona no quiera tomar en cuenta el daño que pueda hacer a su propia dignidad humana, bien sea porque somos libres de elegir cómo queremos vivir y si nos autodestruimos en el proceso, sí se debe tener en cuenta que vivimos en una sociedad, y que poseyendo una conciencia deteriorada tarde o temprano dañaremos a otros, ya sea por acción u omisión.

No puedo encontrar mejor forma de ilustrar todo este problema ético que haciendo uso de una cita bíblica:

¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?

¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?

!Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. (Mt 7: 3,5 La Biblia de Jerusalén)

Con estas palabras de Jesús según el evangelio de Mateo se puede entender cómo antes de realizar cualquier juicio de valor debemos preocuparnos primero por juzgar nuestros propios actos. Con esto tendremos varios beneficio, primero crecer como personas, nos hace mejores mujeres y hombres de una manera integral; y segundo nos evita  caer en la tan dañina hipocresía.

¿Entonces debemos evitar criticar nuestros gobiernos? Al contrario criticar nuestros gobiernos no es solo un derecho, sino un deber. Las críticas bien fundadas benefician y engrandecen a una nación ayudando muchas veces a ver los errores que sus gobiernos no detectan, intencionalmente o sin intención alguna. Así como también ayudan a despertar conciencias realzando las virtudes de los ciudadanos.

Como lo he dicho en anteriores artículos mi invitación es siempre a reflexionar. Tomar par de minutos al día para observarnos a nosotros mismos y a lo que nos rodea, sacar el mayor aprendizaje de nuestras experiencias, e intentar crecer día a día como persona actuando de forma ética. 

Jorge Sambrano