Por Yrvin Escorihuela
de @OrdenVzla
A propósito de los efectos en Suramérica de la crisis humanitaria en la que se encuentra sumida Venezuela desde hace casi dos lustros, es necesario examinar desde la perspectiva nacionalista los diversos discursos surgidos desde “colectividades” –como se hacen llamar en la nueva izquierda o izquierda postmoderna– con el fin de acotar la base ideológica desde donde se fundamentan tales discursos y cual es su objetivo político a conseguir.
Empecemos reseñando la crisis migratoria en Colchane, una muy pequeña locación al norte de Chile, fronteriza con Bolivia, lo cual en los últimas días de Enero 2021 y principios de Febrero, se han suscitado incidentes, dado al alto flujo de inmigrantes venezolanos (en efecto utilizamos la palabra inmigrantes, más adelante explicaremos la razón de esto), se estima que la población total de esta localidad es aproximadamente de 1400 personas, sin embargo la entrada de compatriotas venezolanos en las últimas semanas es de aproximadamente 1700 personas según la prensa oficial, lo que generó un agotamiento de recursos y espacios públicos donde se encontraban pernoctando muchos de nuestros compatriotas, los cuales literalmente se encontraban en situación de calle.
Los incidentes suscitados en algunos casos han sido violentos, dado a que se ha perpetrado la ocupación ilegal de viviendas de chilenos por parte de algunos venezolanos, provocando un gran malestar social en esta localidad, lo cual ha conllevado a que el presidente Sebastian Piñera como Jefe de Estado ordene al ejército chileno a reforzar las tareas de control migratorio que normalmente han sido ejecutadas por Carabineros de Chile y la Policía de Investigaciones (PDI).
Son claras y evidentes las condiciones muy precarias en las que nuestros compatriotas han partido de nuestra Patria y en las que llegan en este caso a Chile, buscando un destino mejor donde rehacer sus vidas, el desgaste del viaje es más que evidente: signos de desnutrición, enfermedades endémicas (cólera, paludismo, etc), afecciones psicológicas surgidas de tan larga travesía, además de la muerte de algunos de nuestros compatriotas; todo esto es consecuencia directa de la tiranía de Nicolás Maduro, que hace que sea imposible una calidad de vida óptima para todos los venezolanos.
Ahora bien, esta situación ha sido duramente criticada por nacionales chilenos y venezolanos desde un punto de vista humanitario. Sin embargo hay que poner especial atención a los diversos discursos surgidos desde “colectividades”, necesarios para analizar y determinar, como dijimos en un principio, cuál es su base ideológica.
Desafortunadamente el bagaje ideológico de esta denominada “nueva izquierda” o “progresía” ha penetrado ya de lleno en Venezuela, un ejemplo claro de esto es la pugna entre el partido de la tiranía de Maduro (PSUV) y el PCV, al ser tildados los últimos de “izquierda trasnochada” por los primeros. Una de las mayores expresiones de este “nuevo reset” ideológico es la promoción de la eliminación de fronteras nacionales, de los límites entre países, a nuestro juicio como nacionalistas, esto va en detrimento total de los intereses nacionales de cualquier país, no solamente de Venezuela, no solamente de Chile.
Es imprescindible tener claro que la nueva izquierda tiene como herramienta fundamental el lenguaje, más especialmente su uso performativo, es decir que éste crea realidades –cosa que no es cierta, dicho sea de paso–, un ejemplo claro de ello es el uso generalizado e incorrecto, desde todo punto de vista, de la palabra “migrantes” y diremos ya el porqué: haciendo una revisión anecdótica de lo impartido en las escuelas venezolanas cuando se enseñaban Ciencias Sociales (Geografía, Formación Familiar y Ciudadana e Historia), en Geografía se explicaba claramente los términos inmigración / emigración así como inmigrante / emigrante, cada uno con su respectivo significado, así como la antonimia existente entre ellos respectivamente.
Al dejar en claro lo anterior, vemos ahora la incorrección de la palabra “migrantes”, la cual se vacía su significado real, deconstruyéndolo, como si todos fuésemos nómadas y las naciones no existiesen, por derivación también se deconstruyen palabras como “frontera” o frases como “puntos limítrofes nacionales”, esto ha permitido a la “nueva izquierda” crear consignas como “Nadie es ilegal” o “Migrar es un derecho”, dejando sin efecto (performativamente) las legislaciones, los intereses nacionales, elementos y tareas constitutivas de seguridad nacional y la misma percepción de cada ciudadano de cada país respecto a la inmigración. Tenemos que reiterar: emigrar es una acción personalísima que no necesariamente tiene que constituirse como derecho, pero no es obligación de ningún estado recibirte si entraste al país de manera irregular.
A su vez y con algo de investigación hemos podido dar con liberastas (término acuñado por Adriano Erriguel acá y en su libro) venezolanos “sinfronteristas” (Erriguel dixit), promotores de la eliminación de las fronteras y/o controles migratorios, siendo algunos militantes activos de esta “nueva izquierda”. Para este ejemplo tenemos quienes exigen de manera muy imperativa al Estado chileno, desde la Coordinadora Nacional de Migrantes de Chile, la regularización de venezolanos que entraron clandestinamente a Chile por pasos improvisados fuera de la vista de las autoridades fronterizas. Aunque es cierto que el proceso de tramitación de visas es de tiempo prolongado en Chile, esta organización está utilizando la situación de los inmigrantes venezolanos en aprovechamiento político-ideológico dentro de la izquierda, podemos observar la intromisión en asuntos de interés netamente nacional de Chile al intentar participar en la elección de constituyentes para la redacción de la nueva constitución y para colmo de males la exigencia de la renuncia —¡Tal cual!— del Jefe de Extranjería —¿de parte de una organización conformada por extranjeros?— por lo visto creen firmemente que los Estados nacionales no existen, de que ellos no son inmigrantes sino “migrantes” o nómadas y más aún exigir como si tuvieran algún tipo de autoridad sobre el Estado, autoridad incluso superior a la del ciudadano chileno.
La investigación del activismo de quienes lideran la Coordinadora Nacional de Migrantes en Chile nos llevó a constatar efectivamente la militancia de su presidente así como evidencia que constata la penetración ideológica de la “nueva izquierda” en Venezuela, tal personaje escribe en esta revista con un claro discurso de izquierda postmoderna, inmanente y antinacional.
Por último, dadas las condiciones tan precarias del ingreso de nuestros compatriotas a Chile, esta situación sigue y seguirá siendo utilizada como propaganda de esta izquierda postmoderna para sus fines perversos, como de costumbre, en su discurso de primera línea lo constituye el victimismo de algo o de alguien, del cual hablamos en un artículo pasado.
Ahora bien, desde nuestra perspectiva nacionalista hacemos la siguiente propuesta: La diáspora venezolana en el exterior y especialmente en países con los conflictos suscitados como en Chile, debería organizarse y crear centros similares a los creados por la diáspora española en Venezuela con la Hermandad Gallega, la comunidad judía con el Club Hebraica o el Centro Portugués Venezolano, que permita la recaudación de fondos, enseres, servicios médicos y psicológicos a fin de atender desde nuestra propia diáspora a nuestros compatriotas, a nuestros hermanos con más necesidades, aprendamos de ese ejemplo que nos dejaron los europeos. La idea también es quitarle la presión innecesaria a los Estados receptores de inmigrantes venezolanos promovida desde “colectividades” parasitarias de izquierda. A su vez sería un gran canal para orientar y coordinar a nuestra diáspora.
Venezuela Quiere ORDEN